sábado, 25 de febrero de 2012

Ni Sydney, ni Atenas, ni Brujas... ni Madrid.

Estoy segura de que las preocupaciones son una pérdida de tiempo, igual que no desayunar. También pienso que cada uno pone sus límites, y que quien se salga de la raya, por lo menos de mi cuento, sale de cabeza.
Soporto lo que me parece, y lo que no, no lo hago. Y no lloro si no es necesario. 
Quizás todo esto  es lo que me impulsa más a querer hacer las maletas...
(lo que esa vez, será distinto, será para elegir mi propia suerte).



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